Comportamiento de los caracoles
Encontré un caracol y acerque mi dedo lentamente hasta tocarlo, sentí su viscosidad, su contracción débil y enfermiza ante mi llegada, su baba viscosa. Sentí repulsión y retire la mano violentamente como si hubiera recibido un shock eléctrico. Me acerque al caracol, -curiosos, excitados ambos por la experiencia- y volví también a acercar mis dedos tan delicadamente que mi mano también tenia algo de caracol. Espantado por aquella visión y por el repentino contacto, divise también que soy un caracol y lo que todo este tiempo llame mi mano no era sino mi antena. Como quien descubre que ha resucitado comencé a revisar mi cuerpo ahora de caracol, lo note como el que había tocado y me sentí repulsión, luego volví la vista al otro caracol y descubrí terriblemente que no era un caracol sino una mano.
Vuelvo a tocarla delicadamente, ¡como decirle, comunicarle todo esto!
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